
El sapo
Me volteé instintivamente a ver qué o quién era. Entonces un tipo de unos cuarenta años -que no era el vigilante del edificio- me dijo: “Párese, aquí no es para sentarse”. “Pero qué putas”, pensé, aunque sólo pronuncié un confuso: “Chto?”. Por Juan Sebastián Arroyave Continúa leyendo El sapo