Por Juan C. Herrera
Para pocos es un secreto que, desde la llegada al siglo XXI, la televisión ha sufrido una transformación estructural. Casi todo ha cambiado desde que, en 1927, la BBC de Londres efectuara la primera transmisión pública televisiva. Pero ¿qué es exactamente la televisión en el sentido contemporáneo de la palabra?
La noción de televisión recogida por el diccionario de la monarquía española es tan anacrónica como la institución monárquica misma: Televisión: “Del ingl. television, de tele- ‘tele-1’ y vision ‘visión’. Sistema de transmisión de imágenes a distancia, que en la emisora se transforman en ondas electromagnéticas y se recuperan en el aparato receptor.”
Este concepto sería acorde con la realidad 50 años atrás. Pero hoy se encuentra desactualizado y precisamente en el marco de tratar de entender los Objetos Culturales Vagamente Identificados (OCVIs) asistimos a una paradoja: la televisión en el sentido de la definición trascrita se ha transformado.
Por tanto, aquí va mi apuesta de actualización de definición que quizá pueda durar más décadas que la de la RAE. Televisión: Sistema de transmisión de imágenes o sonidos que se suele reproducir por medio de una pantalla.
Los principales afectados con esta nueva definición serán muchos seudo intelectuales que afirman rotundamente que “no ven televisión” o que “ni siquiera tienen televisor”. Con esta nueva categoría todas las imágenes, sonidos o letras que se trasmiten por —pantallas— de teléfonos inteligentes, relojes, tabletas, computadores portátiles o de escritorios, cajas cuadradas en alguna habitación de una casa, cine o similares son televisión.
Definidos los objetos y elementos mínimos de una noción de televisión que abarque los medios en los que a nivel contemporáneo se materializa el fenómeno, resulta importante recordar que durante los últimos cien años hemos pasado del televisor en blanco negro al color, y de ahí a las resoluciones LCD, QELD, y hasta de hologramas. ¿Se consolidará en este siglo la televisión con olor o de realidad aumentada? No lo sé, no soy un vidente, soy un televidente.
Por tanto, más allá del aspecto técnico, quisiera subrayar los cambios de los contenidos televisivos a lo largo de las últimas décadas consistentes en pasar de ser sujetos pasivos de la difusión a la virtualidad de creer que hoy podemos elegir cuándo y qué ver. El reciente documental The Social Dilemma es una buena forma de entender por qué cada vez tenemos menos libertad de elegir lo que realmente nos gusta. De hecho, ya ha hecho carrera en la era digital de que quien decide qué nos gusta es el algoritmo. No obstante, antes del nacimiento del concepto de algoritmo ya existía un predeterminador de los contenidos similar al algoritmo actual y también diseñado por humanos.
Cada parte de los contenidos de una película, documental, telenovela, noticiero, programa de concurso, serie, publicidad, trasmisión vía redes sociales o medios similares son manipulados directa o indirectamente por los sesgos de quienes los producen.
Lo que la cámara enfoca o la imagen fotografiada muestra es lo que quieren que veamos; ya sea estéticamente sublime o asquerosamente manipulado para votar por un partido político sin escrúpulos. Esto ha sido así, es así y seguirá siendo así.
No obstante, ante la perplejidad de la era digital frente a este hecho que ya venía de la época analógica he encontrado una forma audiovisual que me ha permitido “crear” mis propios guiones o usos de las imágenes en tiempos cada vez más acelerados. Me refiero al Slow TV o televisión lenta.
Según la definición de Wikipedia, que es de las pocas fuentes que se le ha medido a una definición, Slow TV (en noruego: Sakte-TV), es un término que se utiliza para un género de cobertura televisiva «maratónica» de un evento ordinario en toda su extensión. Su nombre se deriva tanto de la larga duración de la emisión como del ritmo lento natural del progreso del programa de televisión. Fue popularizado en la década del 2000 por la Corporación Noruega de Radiodifusión (NRK), con la emisión de un viaje en tren de 7 horas en 2009.
En este enlace podrán ver la definición de la NRK sobre lo qué al parecer es este OCVI:
O aquí el viaje en tren con el que empezó esta revolución, por si alguien tiene 7 horas libres para observar en su medio televisivo favorito el guion que le plazca de todo lo que se puede ver desde un tren con cuatro cámaras en distintas direcciones, entre la ruta de Bergen a Oslo (Noruega):
Lo que sí es imperdible, es esta charla TED de uno de los creadores del OCVI explicando cómo surgió la idea de Slow TV. Con absoluto buen humor el noruego no solo explica el nacimiento del fenómeno, sino la forma en que lograron que casi el país entero saliera a ser filmado en el documental más largo de la historia que duró 134 horas, 42, minutos y 45 segundos de trasmisión en vivo:
Actualmente, la idea ya no solo pertenece a los noruegos, sino que es todo un patrimonio de la humanidad, una escultura a la cultura de la lentitud en tiempos del fast food y del time is money! Por ejemplo, en este enlace hay tres horas de imágenes tomadas por drones con calidad 4K sobre paisajes míticos de Croacia, tal y como si tuviéramos los ojos de un pájaro al vuelo:
4K Relaxation Channel
¿Por qué no diez horas de una vista del planeta tierra desde el espacio?
Relaxation Windows 4K Nature
¿O qué tal una caminata de 20 minutos por las calles de la capital de los Estados Unidos Mexicanos?
Si la selva de cemento no es lo suyo, quizá una hora de imágenes de otros animales no humanos en las selvas de Botswana pueda ser de su agrado. Sin guion, sin explicaciones o datos que procesar acerca de taxonomías, familias de felinos ni nada de datos científicos. Solo imágenes en calidad 8K:
Los minutos grabados y disponibles en la red ya son inabarcables para poder ser vistos por una misma persona a lo largo de su vida. Hay programas de fuego ardiendo por horas, peces en acuarios, caminatas por bosques o viajes por agua, mar y tierra en territorios turísticos o recónditos. Lo interesante de este nuevo medio de narración aún por clasificar y masificar del todo, es que con instrumentos básicos o simplemente la imaginación todos podemos ser productores y espectadores desde cualquier lugar y a cualquier hora.


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