Voces que inspiran y liberan

Natalia Pucheu es melómana empedernida y comunicadora digital de profesión con un amor especial hacia el audio y el podcast. También es miembro de la Comunidad de Oyentes

Ante la pregunta ¿cuál fue el primer podcast que escuchaste?, yo podría simplemente responder con un título y dar mis razones. Y listo: problema resuelto. A fin de cuentas, no creo que nadie vaya a hacerle factchecking a esta reseña. Pero me parece que una iniciativa tan noble como esta, que no busca más que honrar a creadores y creadoras que nos han marcado, exige que se diga la pura verdad. 

Y la verdad es que no me acuerdo cuál fue el primer podcast que escuché.

Les aseguro que hice mis investigaciones y todo, y después de mucho pensar y descartar opciones, al final quedé con dos posibles candidatos cuyos títulos compartiré luego de dar un breve contexto que es esencial para entender por qué estos dos podcasts son importantes para mí.

Me gradué de la universidad en octubre de 2019, pero ya había entregado mi trabajo final de grado seis meses antes y de repente me vi con más tiempo libre del que estaba acostumbrada. En ese momento, trabajaba como encargada de redes sociales de la misma universidad donde estudié, y aunque me gustaba un poco lo que estaba haciendo, sentía que la institución limitaba mucho mi capacidad creativa. Así que me surgió la inquietud de iniciar algún proyecto que fuera completamente mío y en el que pudiese hacer lo que yo quisiera.

Para ese tiempo, había empezado a utilizar LinkedIn de forma regular, y ahí entré en contacto con dos personas que son claves para esta historia: Gabriel López, con quien conecté porque teníamos el interés en común en el tema comunicación religiosa; y Laura Castellanos, a quien le había escrito antes para pedirle apoyo con mi trabajo final de grado.

Todo este preámbulo es porque más o menos en la misma época ambos lanzaron sus respectivos podcasts, Gente Brava, de Laura, y The Locker Room Talk Show, de Gabriel. Me enteré porque lo anunciaron a través de sus redes sociales, y de inmediato me causó curiosidad el formato podcast, del que no conocía nada en ese momento. 

La duda de cuál de los dos escuché primero viene porque no tengo la certeza de haberlos escuchado desde su lanzamiento. Pues, aunque Gente Brava publicó su primer episodio en junio de 2019 y The Locker Room Talk Show justo un mes después, no suelo escuchar o ver las cosas desde que salen, así que no puedo afirmar cuál escuché primero.

Mientras escribo estas líneas, reflexiono y me doy cuenta de que el impacto que estos dos programas tuvieron en mi vida personal y profesional es mucho mayor del que yo me había percatado.

Por un lado, Gente Brava es un podcast de entrevistas cuyos invitados son, sin lugar a duda, gente excepcional. Compartía la misma Laura hace unos días que escogió el adjetivo “brava” en honor a este término que se utilizaba para referirse a los pueblos taínos que habitaban gran parte de las islas del caribe, como referencia a nuestras raíces. Y qué bonito que con este mismo adjetivo se refiera a quienes entrevista en su programa, pues se trata de personas de gran valía para nuestra historia y para el legado cultural de nuestro país. 

Este podcast es uno de los primeros de la República Dominicana en traernos entrevistas tan íntimas con invitados de lujo. Laura logra entrar al hogar del entrevistado y ahí, en su hábitat natural, descubre sus historias, sueños y las vivencias que los han convertido en quienes son hoy. Apostando exclusivamente al formato audio, nos sumerge en historias a las que quizás no podríamos acceder de otra forma.

Lo que más valoro de Gente Brava es su producción impecable, desde la calidad del sonido (tomando en cuenta que las grabaciones se realizan fuera de un estudio) hasta el proceso de promoción posterior. Además, valoro el ojo agudo de Laura para seleccionar a sus invitados, cuidando la diversidad y logrando resaltar los méritos de personas valiosas que muestran con su ejemplo, testimonio y trabajo lo mejor de nuestra gente. Personas de quienes me siento orgullosa de saberme compatriota, caribeña, y que me inspiran a seguir sus pasos. 

Del otro lado, está The Locker Room Talk Show. Un podcast sencillo en cuanto a producción, pero muy complejo en cuanto a contenido. Su lema original era “el podcast donde te dicen las cosas como no te las dicen en la Iglesia”. Lo que me atraía de este show era la oportunidad que me brindaba de conocer por dentro dos perspectivas ajenas a la mía: el mundo cristiano evangélico y el pensamiento masculino.

Quien me conoce, sabe que me gusta mucho hablar de religión, y hace muchos años me prometí darme la oportunidad de escuchar a quienes piensan distinto y descubrir los puentes que nos unen para caminar juntos. Gabriel fue una de las primeras personas que conocí a través de internet que me permitió crear esa conexión, y su podcast era como una ventana que se me abría a una dimensión mucho más íntima. Sin darme cuenta, terminé metiéndome tanto en esa dimensión, ¡que hasta entré en uno de los episodios! Tuve el privilegio de ver este podcast crecer por fuera y por dentro, y mientras escuchaba los episodios, era testigo a la vez de la evolución personal de su protagonista.

Algo muy bueno que tiene la escucha de podcasts, es que estás obligado a escuchar todo lo que los participantes tienen para decir, sin espacio a juicios, debates o réplicas. ¡Qué necesario es ejercitar eso en estos tiempos! Eran más las veces que estaba en desacuerdo con las opiniones del Gabo que las veces que concordaba, pero poco a poco fui aprendiendo a abrazar las diferencias y a simplemente ponerme en sus zapatos. 

 

Confieso que no escuché todos los episodios y en cierto punto dejé de darle seguimiento al podcast, pues poco a poco sentía que lo que se conversaba ahí no era para mí (en especial cuando empezaron a llegar invitados). Pero lo que aprendí de The Locker Room Talk Show no tiene que ver necesariamente con religión ni con mis valores personales. Lo que descubrí a través de él fue que en el mundo del audio había espacio para alguien como yo, de fuertes convicciones y opiniones impopulares, con mucho miedo de expresar lo que pensaba para no ofender. En el podcast encontré un espacio donde podía ser libre para expresarme, sin apariencias y sin esperar el golpe del “qué dirán”. Y a raíz de ese descubrimiento (y luego de comprarme un micrófono igual al que usaba Gabo), me lancé a la aventura podcastera, hasta el día de hoy: Poachella.

Voy a dejar las cosas bien claras: estos dos no son mis podcasts favoritos. No son los que más recomiendo, ni son los que más he escuchado. Pero mientras escribo estas líneas, veo con el rabillo del ojo la pestaña del documento abierto en el que poco a poco voy escribiendo el guion del próximo episodio de mi podcast, y me llena de gratitud pensar que ese guion ha sido inspirado por el deseo de Laura de reconocer la grandeza de la gente que con su arte y su trabajo nos adornan la vida, y por la franqueza, transparencia y honestidad de Gabo, que me motivan a seguir hablando, seguir opinando, seguir grabando. Gracias a ellos descubrí la libertad a la que hoy puedo acceder a través de un micrófono y un feed RSS.

Posdata: Al tiempo que empecé a escribir esta reseña, Gabriel López decidió retomar su podcast, renombrándolo “The Show”. Nombre distinto, pero el mismo espíritu.

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