Correspondencia newslettera: minimalismo, viajes e incertidumbre

Óscar Iván Pérez H., de Quietud y Movimiento, y Carlos Arroyo, de Sunday Service, inician una correspondencia abierta sobre temas en los que convergen sus newsletters. En este post reproducimos sus dos primeras cartas.

10 de abril de 2023

Querido Carlos:

Te escribo desde el cuarto del hotel en donde me hospedo en Pijao, un pueblo rodeado de montañas de café, plátano y aguacate en el sur de Quindío, un departamento chiquito del Eje Cafetero colombiano. Hace frío en esta mañana de Lunes de Pascua. Por las ventanas abiertas veo un cielo blanco que augura lluvias ligeras y el posible aumento de la dificultad de la caminata que haré más tarde. Mientras te escribo, escucho pájaros, gallinas y motores de motos. Me fascina esta vida de pueblo, este punto intermedio entre la modernidad y la tradición. 

Te cuento que estoy sorprendido con el nivel de desorden al que puedo llegar con tan pocas cosas. Sobre el escritorio reposan los libros que traje, el esfero y el resaltador con que los rayo, y el plato y los cubiertos reutilizables que uso para comer ligero algunas noches. Al lado derecho de la cama, en el piso, está la mochila grande con cosas por dentro y por afuera. Más pegada a la cama está la maleta en la que cargo la tecnología. Eso es todo lo que traigo conmigo en esta vida nómada. 

En esta nueva tanda de viajes que inició hace cuatro semanas, he sentido que estoy llevando equipaje de más. En parte se debe a que tengo el equipo con que planeaba hacer la cumbre del Nevado del Tolima en Semana Santa ―algo que finalmente no hice, porque el volcán Nevado del Ruiz, ubicado en el mismo Parque Nacional, quiere estallar de nuevo―, y en parte porque quizás me excedí al empacar la última vez. ¿Cómo mides el exceso de equipaje?, te estarás preguntando. En realidad es algo fácil de saber: me sobran aquellas cosas que no uso o que uso poco. Porque sí: es posible tener en exceso, aunque se tenga poco.

La gente que me encuentro en el camino suele preguntarme qué es lo que más extraño de la vida sedentaria. Imagino que esperan que les diga que extraño mi cama o mi almohada o la diversidad de mi armario o tener nevera o cocinar en el apartamento o seguir mi rutina diaria o incluso estar con mi gente cercana. Pero, para ser honesto, no extraño nada de eso mientas recorro Colombia. Y no ocurre porque haya alcanzado un estado de desarraigo y desprendimiento absoluto ―¡no estoy ni cerca!―, sino porque me adapto a las nuevas circunstancias. He aprendido que es clave pensar en las posibilidades que se abren con lo que tengo a la mano en vez de concentrarme en lo que he perdido (aunque en este momento quisiera tener un clóset en donde organizar todo este desorden).

Más que desprenderme de mis pertenencias, lo que más me costó fue acostumbrarme a la idea de que iba a dejar de tenerlas y de que abrazaría una vida de incertidumbre. Los últimos días que estuve en el apartamento en donde viví por casi seis años fueron más difíciles de lo que pensé. Me embargó un sentimiento de nostalgia que no había previsto venir y que me permití sentir. En ese momento no entendía cómo iba a vivir sin mi biblioteca de casi 800 tomos que consultaba con frecuencia. Pero a los pocos meses aprendí a viajar con los libros que estoy leyendo y a leer más por internet. La adaptación fue ―y sigue siendo― la clave de la supervivencia.

Si antes de empezar la vida nómada en febrero de 2021 hubiera tenido que ubicarme en un espectro que fuera del minimalismo al consumismo, me hubiera puesto más cerca del primero que del segundo. Quizás el título de persona de consumo moderado me hubiera quedado bien. Ahora, como podrás imaginarlo, compro menos cosas y soy un consumidor más consciente. Ser nómada digital me ha exigido dejar de comprar cosas que no puedo cargar y preferir la calidad antes que la cantidad. En los últimos meses solo he comprado equipo que me hacía falta para las caminatas y algo de ropa para reemplazar lo que ya estaba viejo o dañado.

Al revisar Bluecoins, la aplicación en la que llevo el registro de mis gastos diarios, veo que he logrado reducirlos a lo esencial: hospedaje, alimentación, transporte, aseo, salud, entretenimiento y viaje. A pesar de que viajo con frecuencia, mi presupuesto de viaje no es demasiado grande, si se entiende que en él solo debo incluir los sobrecostos o gastos adicionales en los que incurro al hacer algo. Mi plan de hace dos días fue, por ejemplo, caminar de Pijao a Buenavista, un pueblo a 12,5 km. Allí almorcé en uno de los miradores que permiten entender el nombre del lugar y retorné en la moto de alguien que se ofreció a llevarme. Sobrecosto de la experiencia de viaje: $0. Gasté lo que mismo que hubiera gastado si no hubiera salido de Pijao o si siguiera viviendo en Bogotá (recuerda que pago el hospedaje en hoteles con el dinero que liberé al entregar el apartamento). Así que muchas de mis experiencias de viaje son a cero (sobre) costo o muy bajo costo, sobre todo cuando estoy puebleando.

Lo que sí ha cambiado mucho es la forma en que invierto mi tiempo. En general, el tiempo de nuestra vida adulta se va en dos cosas: trabajo y ocio. Trabajo entendido como el tiempo que ponemos a disposición de otros para hacer lo que nos pidan y nos recompensen por ello, y ocio como el tiempo que dedicamos a lo que nos dé la gana porque así lo quisimos. Visto así, en los últimos dos años he dedicado mucho más tiempo al ocio que al trabajo y creo que eso ha sido un factor fundamental para explicar porqué me he sentido más vivo y tranquilo. Hace más de una década que no me dedicaba tanto tiempo a mí mismo y a hacer lo que me gusta. Para no ir más lejos, la existencia de esta newsletter que tanta dicha me da es producto de todo este proceso. En mi vida anterior, más ajetreada y estresante que la de hoy, no hubiera tenido el tiempo ni la cabeza para hacerlo.  

Obviamente, esta vitalidad y tranquilidad ha tenido su precio: ganar menos dinero. Lo maravilloso, en mi caso, es que ha sido una situación “voluntaria”, en el sentido de que he decidido no buscar más trabajos y aprender a vivir con lo que gano (que tampoco es que sea tan poquito ―al escribir esto reconfirmo lo afortunado que soy―). Así que prefiero ganar menos de lo que podría y tener más tiempo para mí que trabajar en algo adicional que me genere malestar, aunque me dé plata. Mi apuesta a futuro es generar recursos suficientes a través de lo que amo hacer. Y sabes que estoy trabajando en ello. 

Toda esta retahíla me lleva a pensar que el discurso minimalista quizás hace demasiado énfasis en el consumo consciente y el desprendimiento material, pero deja de lado un proceso paralelo y complementario: ser más conscientes de cómo invertimos nuestro tiempo, a qué porción de él estamos dispuestos a renunciar y a qué precio. ¿No lo crees?

Me encantaría seguir hablándote de mi experiencia minimalista, pero ya se me está haciendo tarde para salir a caminar e imagino que ahora que se acerca el nacimiento de tu niña tienes menos tiempo para los amigos y no quiero acapararlo todo. Quedo muy atento a tu respuesta.

Un abrazo,

Óscar Iván 

Navega el archivo completo de la newsletter Quietud y Movimiento de Óscar Iván Pérez H. haciendo clic aquí.

23 de abril de 2023

Ciudad de México

Querido Óscar Iván,

Recibí tu carta con mucho gusto la semana pasada y debo confesarte que me ha hecho reflexionar bastante en un tema muy cercano a mis intereses: la vida intencional, y la relación que tenemos con el tiempo que nos queda. Uso la frase “tiempo que nos queda” deliberadamente, porque pone en perspectiva la naturaleza finita de nuestra vida, lo cual me recuerda esta cita de Gandalf sobre el único poder que tenemos frente a la finitud de la existencia:

I wish it need not have happened in my time,” said Frodo.

“So do I,” said Gandalf, “and so do all who live to see such times. But that is not for them to decide. All we have to decide is what to do with the time that is given us.

Si a algo debería animarnos el reflexionar sobre este hecho es a utilizar ese tiempo que nos queda de una manera que tenga sentido para nosotros y dejar de regalárselo a cosas, personas, trabajos, o creencias que no nos llenan. Es por esta razón que me alegra mucho saber que estás ocupando tu tiempo con viajes y actividades creativas que te permiten estar más presente. Me pregunto desde dónde me lees, ¿sigues en Pijao? ¿Estás en trayecto a algún otro pueblo cafetero?

En mi opinión, no hay mejor manera de darse cuenta de que se puede vivir con mucho menos de lo que creíamos que emprender un viaje de largo aliento. Me refiero a un viaje de varias semanas, o incluso meses o años como el que estás haciendo.

Los viajes están llenos de enseñanzas y una de las primeras lecciones que aprende el viajero consciente es la de ir ligero. El minimalismo se aprende un poco a la fuerza durante la vida viajera, porque lo que menos quiere uno es tener que estar cargando kilos de más, cosas que uno empacó “por si acaso”. Y como ya sabemos, viajar es a final de cuentas una gran metáfora de la vida: se anda mejor cuando no vamos cargando pesos innecesarios.

Tus travesías y estilo de vida nómada me recuerdan a menudo el año de viaje que tomé en 2014. ¿Alguna vez te he contado de esa etapa de mi vida? En su momento planée (con mucho esfuerzo) tomarme seis meses para viajar, pero como me imagino que te has dado cuenta, cuando el camino ha sido bueno contigo, no queda más que intentar extender la travesía tanto como el presupuesto lo permita. Tal vez en otra carta te cuente un poco sobre ese viaje que cambió mi vida.

2014 era un mundo muy diferente al actual, pero algo sigue siendo cierto: la única forma de ir lejos en un viaje (en distancia y tiempo) es a través de una vida sencilla.

Éste era yo casi al final de aquel viaje hace unos años:

Tienes razón en apuntar que a menudo se confunde el propósito del minimalismo con las formas del minimalismo. No se trata sólo de la cantidad de posesiones materiales que tengamos, sino de poner atención a que lo que traigamos a nuestra vida aporte un valor. Ese pequeño cambio de mentalidad nos permite encontrar el espacio que existe entre el deseo y la acción.

Mientras más nos permitamos habitar ese espacio, seremos consumidores (de bienes y servicios físicos y digitales) mucho más conscientes y mucho menos reactivos a las fuerzas comerciales que están diseñadas para hacernos sentir insuficientes si no tenemos esto o aquello.

Me gustó que mencionaras la incertidumbre, la gran compañera y maestra de todo viajero. Dejar atrás comodidades, adentrarse en ambientes desconocidos y aprender a desprenderse de lo que decidimos no llevar es posiblemente la lección más importante que podemos aprender viajando.

La incertidumbre es inherente al crecimiento como personas, no es accidental que uno sienta que ha madurado mucho cuando regresa de un viaje largo y sobre todo, en solitario – que sé que también es un tema del que disfrutas escribir. ¿Qué tanto has percibido que has cambiado? ¿Qué partes desconocidas de ti ha revelado tu travesía?

Estoy seguro que la persona que dejó sus pertenencias aquel febrero de 2021 para saltar con los dos pies a las incertidumbres del camino es muy distinta a la que hoy eres. Y estoy convencido de que no hay mayor regalo que podamos darnos que la de colocarnos en una situación que nos permita crecer, evolucionar y encontrarnos.

Que el camino que has elegido recorrer (y no el destino) sea el gran tesoro que encuentres. No dejes de contarme tus aventuras por Colombia en Quietud y Movimiento, que aquí estamos para leerlas.

Un abrazo,

Carlos

No journey carries one far unless, as it extends into the world around us, it goes an equal distance into the world within.

Lilian E. Smith
Navega el archivo completo de la newsletter Sunday Service de Carlos Arroyo haciendo clic aquí.
Si te gustan las newsletters, no te puedes perder El cardumen, el boletín que reúne a nuestra comunidad de creadoras, gestoras y espectadoras digitales. Iniciamos este 1ro de mayo.

Peces fuera del agua es un laboratorio creativo que explora y difunde narrativas digitales en el que puedes publicar tus trabajos. Envíanos tus propuestas al correo electrónico pecesfueradelagua@gmail.comSi te gusta lo que hacemos, comparte nuestras entradas con tus amigos y síguenos en FacebookInstagram y Twitter.

, , , , , , , , ,

Deja un comentario


Blog de WordPress.com.