Recuerdo que…

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fui adicto activo a las drogas, que estudié dos años Teología, que estuve en el preseminario como aspirante a cura, que estuve doce veces hospitalizado por enfermedad mental, que toqué guitarra, toqué chelo, que nunca tuve novia en serio, que trabajé en un call center, que el Ejército me llevó dos días acuartelado, que me estrellé siete veces en carro, que caminé por Chapinero sin ropa, que me inyectaron un sedante fuerte seis veces, que tomo pastillas psiquiátricas desde hace 20 años, que me intenté suicidar tres veces, que conocí al chelista francés Marc Copey, que el hombre caimán me dio la mano un día, que don William Escobar el dueño de WESCO me regaló 100 mil pesos, que estuve en un calabozo de la permanente siete horas, que me robé una ficha de ajedrez, que un policía me sacó a empujones de un Carulla y me pegó un puño en la espalda, que me gané una boleta para ver a Metallica en vivo, que me enamoré de una niña de mi barrio en Acacías, que compré una guitarra eléctrica con ahorros, que tengo una púa que usó el guitarrista de Kings of Leon, que vi a Alberto Linero comprando Advil en un Colsubsidio, que morí de miedo viendo Sexto Sentido, que almorcé arroz con yuca en el Pacífico colombiano, que hice hartos cuadros, que me tocó bajarme de un bus porque me iban a robar la chaqueta, que recé mucho, que en muchas misas me quedé dormido, que fui a misa más de 850 veces, que monseñor Pedro Rubiano Sáenz me bendijo una Biblia, que vi a un hombre viajar encima de la carga de un doble troque, que Adriana Eslava me dio un abrazo, que saludé a Óscar Córdoba en el aeropuerto El Dorado, que el vigilante del edificio de mi tía Esperanza me dijo «Siga caballero», que en el féretro de mi papá tiré una rosa roja, que mi abuelita Celmira se acordaba de todos mis amigos, que la mamá Mercedes me decía que yo era igual a mi papá, que cuando pasé a sexto grado entré un día a la oficina del Rector del colegio, que cuando un día que tenía 200 pesos me compré un casete y un cortaúñas, que lo que más me gusta comer es lengua en salsa, que tuve estreñimiento crónico y esquizofrenia paranoide, que le contesté muy mal a un Psiquiatra, que jugué fútbol en varios garajes, que asistí a dos iglesias de garaje, que me inscribí para ser vendedor de Herbalife pero no pude, que vendí zapatos en Spring Step, que me hicieron una encuesta sobre marcas de jugos, que caminé por el Chorro de Quevedo muy enguayabado, que comí arepa de huevo hecha por mi tía Gloria, que tomé sake en Japón, que tomé guarapo en Acacías, que le di un beso a Manuela mi compañera en noveno grado, que me sabía perfectamente la Suite No. 1 de Bach, que compuse en partitura dos ejercicios para chelo, que he escrito mucho mucho, que le tomé una foto a mi primo Nico cuando tenía dos años, que me recibieron con agrado en varias partes, que pasé el examen de admisión para la Universidad Nacional, que la embarré mucho mucho, y que mis hermanos y yo rompimos una porcelana muy cara, pero sobre todo recuerdo que amé a la virgencita María, la mayoría del tiempo.

Por Gabriel Santamaría

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