Peces recomiendan: DARK

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A DARK la suelen presentar como si careciera de identidad propia: “Es la adaptación alemana de Stranger Things”, dicen. Pero no. DARK tiene personalidad y no es Stranger (afortunadamente).

La serie se desarrolla en Winden, un pueblo alemán de cielo oscuro y lluvia permanente, que alberga una planta nuclear construida en la década de los cincuentas del siglo XX. La historia inicia con el suicidio de Michael –padre de Jonas, esposo de Hannah– y la desaparición de Mikkel –hijo de Ulrich, 11 años–. A partir de entonces la vida del pueblo –y en especial de cuatro familias– se pone patas arriba y empiezan a salir a flote secretos guardados por décadas.

DARK se construye bajo el principio del eterno retorno, de manera que la historia de su universo se repite cada cierto tiempo y sus protagonistas están condenados a cumplir un papel predeterminado. Incluso quienes buscan escapar de su destino terminan siendo presa del mismo, pues su rebeldía no es más que un giro en la trama que siempre estuvo escrito. No escapan, acatan.

El pasado influye en el futuro y el futuro influye en el pasado es el eslogan de la serie (ese mismo que Terry Gillian exploró magistralmente en Doce monos). Las decisiones del pasado determinan la senda del futuro y las acciones del futuro –por medio de portales que permiten viajar en el tiempo– hacen que el pasado sea otro –o quizás no: hacen que el pasado sea aquel que está destinado a ser–.

La diversidad de personajes y sus desplazamientos en el tiempo hacen que la serie sea difícil de ver, pero a la vez sientan las bases para un misterio y entretenimiento permanentes. Ver DARK es como presenciar un acto de magia cuyos secretos se revelan gradualmente, pero que, al hacerlo, crean otros tantos. El resultado es una baraja con cartas siempre ocultas, con preguntas sin responder que se renuevan unas a otras.

Entre los aspectos más destacables de DARK están sus personajes y actuaciones memorables. Ulrich (Oliver Masucci), uno de los personajes que hila y conecta las historias en el tiempo, genera amor y odio, simpatía y antipatía, por su complejidad y humanidad. Un personaje «dual», en el sentido amplio del término. Lo mismo Hannah, quien muestra que no hay que tener pesar de nadie, que todos somos capaces de cosas inimaginables. Y así podríamos seguir con Jonas, Katharina, Tronte y, sobre todo, Noah, aquel misterioso hombre vestido de pastor y siempre joven quien nos recuerda a Jacob, de Lost.

Si Stranger Things son los ochentas, niños en bicicleta e historias de calabozos y dragones que se hacen realidad, DARK son tres épocas, adultos con secretos y el lado oscuro de los experimentos de la ciencia. Stranger es un juego de niños; DARK oscura, como la vida misma.

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