Octubre Otra Vez
El cumpleaños de mi madre primero, las conmemoraciones del 12 y los olvidos del 13 después. El domingo 16 -el año es 1994-, el sol poniente nos acompaña de regreso a casa. Llegamos y a solo dos calles ha quedado mi tía y su ponqué, su fiesta y la semana. Al día siguiente, con el pasar de las horas, las casas, las oficinas, los restaurantes y sus rumores se van llenando de asombro por una noticia que cautiva a pesar de las innumerables ocasiones en que se han robado este país: se llevaron veintitrés mil millones de pesos del edificio del Banco de la República en Valledupar -ustedes sabrán entender que los otros seis mil millones no cupieron en el camión-.
Varios meses de planeación, conformando el grupo, enamorándolo de la idea e imaginando la repartición del botín –como en campaña política, digamos- se concretaron con una larga jornada de 21 horas. Ahora, con la bóveda casi vacía, eran otros quienes debían correr para minimizar el impacto de tantos billetes mal habidos circulando por ahí. Al final la decisión del Emisor fue imprimir nuevos billetes para reemplazar los de $2.000, $5.000 y $10.000. ¡Sí, el de la indígena embera!
14 de Noviembre
1817. Fue fusilada Policarpa Salavarrieta Ríos, acusada por las tropas realistas de Pablo Morillo -es decir, quienes estaban tratando de regresar estas tierras al dominio de la corona española- de estar al servicio del ejército de Simón Bolivar. Pero más allá del día exacto de su muerte, los datos sobre Salavarrieta (¿Polonia, Policarpa, Pola?) son aproximaciones no siempre comprobables. Posiblemente nació en enero de 1795 en Guaduas, a 124 kilómetros de Bogotá y, aceptando esta hipótesis, el Banco de la República la escogió en 1995 como figura central del nuevo billete de $10.000, honrando los 200 años de su nacimiento.
Ya en ocasiones anteriores había sido exaltada su figura. En 1910, para la celebración del centenario de la independencia, habían transcurrido en Colombia 24 de los 44 interminables años de la Hegemonía Conservadora (1886-1930) y el gobierno encontró en la Pola una imagen de mujer abnegada (¿al servicio de las causas viriles?) que ayudaría a posicionar la importancia de la mujer en el sostenimiento de la República. Y ese mismo año, el empeño gubernamental -aún hoy latente- de acabar el consumo de chicha, entre otras cosas en favor del creciente negocio cervecero, abonó el terreno para que la Bavaria Kopp’s Deutsche Bierbrauerei, fundada en 1890, lanzara una cerveza llamada La Pola. Por eso seguramente usted ha sido invitado o ha invitado a alguien más a tomarse unas «polas”.

1928. Nació mi abuela, cuando los problemas sociales continuaban a flor de piel y allá en Ciénaga, Magdalena, su tierra, acababa de empezar una gran huelga en la que miles de trabajadores exigían mejores condiciones laborales. Una historia de atropellos sinfín a cargo de la United Fruit Company -con la aquiescencia y los fusiles del Estado- que desencadenó en el asesinato de cientos de manifestantes entre el 5 y el 6 de diciembre de ese año. Un sino trágico de nuestra historia recordado como La Masacre de Las Bananeras. Al año siguiente, desde el 3 hasta el 6 de septiembre, el entonces congresista Jorge Eliécer Gaitán llevó a cabo un debate en el cual demostró la autoría del ejército colombiano, la corrupción estatal y la explotación laboral de la empresa norteamericana. Un insumo más para que en 1930 los conservadores, debilitados y divididos, perdieran la Presidencia de la República que en cabeza de Enrique Olaya Herrera dio inicio al periodo conocido como la República Liberal (1930-1946). Viaje pendiente para otra jornada.

1967. En el año del sesquicentenario de la muerte de la Pola el Congreso de la República, mediante la Ley 44, hizo parte de la conmemoración de la muerte de Policarpa Salavarrieta estableciendo el 14 de noviembre como el “Día de la Mujer Colombiana”. Francamente yo no tenía la menor idea de la existencia de esta conmemoración pero, una vez más, un billete ha servido como punto de partida de un camino que se entrevera con acontecimientos y recuerdos. Eran los años de Frente Nacional y el presidente era Carlos Lleras Restrepo, el del billete de $100.000. Más viajes e historias por contar.
2017. Hoy (cuando sea 14 de noviembre, quiero decir), al cumplirse 200 años de aquella muerte, probablemente usted esté leyendo u oyendo alguna noticia, homenaje o dato histórico relacionado con Policarpa Salavarrieta que tal vez despierte cierta curiosidad, algún instinto que valga la pena seguir, cual niños embebidos por el asombro y la felicidad de descubrir e inventar cosas nuevas. Comida, geografía, técnicas pictóricas, lo que sea. ¿Por favor me cuenta?
Un Rostro Incierto
Tal como ocurre con el nombre y con su lugar y fecha de nacimiento, su imagen tampoco se conoce con exactitud. Pero ponerle cara a la lucha, al sacrificio y a la esperanza de un país atribulado resultaba necesario. El rostro que aparece en el billete fue tomado del retrato hecho en 1855 por José María Espinosa. Hasta ese momento sólo existía una pintura, anónima por lo demás, llamada Policarpa Salavarrieta Marcha al Suplicio, es el primer cuadro que la retrata y data de 1825, es decir fue pintado ocho años después de su muerte.


Además de este cuadro, una breve descripción literaria de la época (de José María Caballero) y un relato concordante (de Andrea Ricaurte de Lozano quien conoció a la Pola), una obra teatral de 1820 (La Pola. Tragedia en Cinco Actos de José María Domínguez), una acuarela de 1846 (Muchacha Guadera en Traje de Domingo de Edward Walhouse Mark) y hasta las memorias del Presidente de la República en 1851 (José Hilario López) influyeron en el retrato de José María Espinosa.
La importancia de la obra de este pintor incluye varios retratos de Simón Bolivar y de otras personalidades del periodo independentista, además de haber pintado una serie dedicada a batallas de las cuales hizo parte como soldado en su juventud, dejando un legado visual que también está compuesto por retratos, caricaturas y paisajes que le aseguraron un lugar protagónico en la pintura del Siglo XIX en Colombia.



La Libertad y los Viajes Fascinantes
En el reverso del billete está el logo del Banco de la República con su delicada inscripción Libertad, que se camufla -sutil- en el peinado de la efigie. El resto es un fragmento de la acuarela sobre papel llamada Village of Guaduas (1843) o simplemente Guaduas de Edward Walhouse Mark, cónsul británico que a lo largo de su estancia en Colombia (1843 – 1857) dibujó paisajes, costumbres e incluso algo de flora y fauna del territorio nacional. Como otros extranjeros disfrutó sus viajes a través del país que, sin ánimo de comparar la calidad de los trabajos, me hace recordar la Comisión Corográfica; un viaje sobre otros viajes y otros caminos pero quizás zarpando del mismo puerto: los dibujos costumbristas, unos de nuestros ojos al pasado.

Este viaje concluye con la satisfacción que la curiosidad produce, con relatos personales y episodios históricos entrelazados tal cual como ocurre con sucesos cotidianos que cada día pasan voz a voz, de mano en mano, en forma de billetes. Historias que de forma simultánea forman y conforman sociedades, historias de caminos que se cruzan o se ignoran mientras abren paso a billetes que no han sido y a relatos que serán. Historias entreveradas de viajes fascinantes.