Hay series de televisión de las cuales no soy capaz de ver más de dos capítulos en línea, cada episodio de Hannibal era más delicioso y tentador que el anterior, pero me dejaba plenamente satisfecho.

Fueron sólo tres temporadas, cada una con 13 capítulos, muchos de ellos acertadamente nombrados en alusión a la cocina francesa, japonesa e italiana, lo cual la hacía aún más apetitosa.  Lastimosamente fue cancelada en el año 2015 por bajos niveles de audiencia, lo cual; sin embargo, no la convierte en un mal producto televisivo, al contrario, para los que la hemos podido disfrutar, la hace aún más exclusiva y fácilmente digerible.

Inspirada, pero apartada de sus antepasados literarios y cinematográficos, esta serie transgresora se convierte en fuente de inspiración, de deleite con actuaciones memorables, provocativos diálogos, suculentas lecciones de culinaria e imágenes y planos reveladores, con una simetría tal, que incluso logran advertirse implícitos test de Rorschach, que le harán sentirse, más que un televidente, un privilegiado comensal o un angustiado paciente de psicoanálisis.

Mención especial merece su protagonista, Mads Mikkelsen, actor danés, quien con su manera de hablar, de influenciar, de tragarse al televidente y a sus compañeros de escena, a través de su personaje ofrece clases magistrales de literatura, música, arte, vestuario, gastronomía y buen gusto.

Si hay una serie de televisión que invite a salirse del agua por unos minutos, esta es la apropiada.  Durante ese sencillo ritual de estar frente a una pantalla, este personaje es tan atractivo que lo llevará, en contra de sus propios principios o prejuicios, a disfrutar de asesinatos, del canibalismo, y  de sus retorcidos y a la vez acertados diagnósticos psicológicos.  Todo esto, dentro de la paradoja de la exaltación y la pauperización de la condición humana, procesos tan presentes, como necesarios en estos días.

Gran parte de su banda sonora la puede encontrar en el siguiente enlace:

http://www.deezer.com/playlist/1292347775