Se rompió el silencio y estábamos juntas. Cara C

Texto de María Llorens, bibliotecaria de profesión, actriz de voz en sueños y oyente acérrima de radio y podcast

Fotos de Stefanie Mora, actriz y logopeda; como artista y terapeuta se ha especializado en la ciencia y el arte de escuchar, y en ese camino se hizo fiel oyente de podcast

María y Stefanie son parte de la Comunidad de Oyentes de Peces fuera del agua, en cuyo chat se publicaron originalmente esta crónica y estas fotos

Ocurrió el 21 de octubre en un teatro pequeñito de Madrid, la Sala Mirador, que es también escuela de actores (muy prestigiosa en España, la de Cristina Rota). 

Según nos fuimos ubicando, ya había algunas personas en el escenario sentadas, unas en los límites laterales, dos mujeres un poco más cerca del centro. Al final sabríamos quiénes eran con certeza, pero lo más bonito fue averiguarlo durante la representación. Por su forma de escuchar-se.

Un mensaje a un compañero escuchante que no conocía en persona, «Soy la de la cuarta fila, pañuelo granate», una sonrisa de reconocimiento. Qué suerte estar aquí. Un atril con micrófono y un pequeño equipo de sonido con ordenador entre una mesita y el suelo. Con las luces ya apagadas, entró Sara Muñiz y su chelo y se sentó en el suelo, ya todas en silencio. Llegó Isabel Cadenas Cañón y unos focos suaves iluminaron el centro del escenario donde estaban ellas dos; saludó como suele hacer en cada episodio de (De eso no se habla) y ya pude suspirar de familiaridad. Me sabía emocionada, pero no me había dado cuenta de la tensión que acumulaba por la expectación. Cuando admiras mucho a alguien, lo tienes delante, y suena en este preciso instante.

Foto de Stefanie Mora

De fondo, una gran pantalla mostraba el logo del podcast; durante la representación iban pasando fotos de las niñas del Patronato en la época, de las fachadas de los edificios, de la sala donde había estado Loli en Peñagrande (obtenidas de un reportaje anterior sobre el tema en La Vanguardia).

Las intervenciones de Isabel con el contexto histórico y algunos apuntes del relato, eran en directo, con la magia de la imperfección. La sensación única de ‘esto es irrepetible’, porque está ocurriendo ahora y además no está siendo grabado. La narración de Loli, esta sí previamente editada, conduciéndonos por su historia. Qué historia. La energía enorme del silencio contenido. 

Fue muy hermoso sentir los murmullos de sorpresa, ira, dolor, alguna sonrisa, no solo del público, sino de cada una de las personas que estaba en el escenario. Isabel, que ya habría escuchado cien veces lo que se decía, lo volvía a hacer por primera vez para nosotros y su rostro lo reflejaba (qué bonito eso). 

La instrumentista, que lógicamente habría oído la historia para componer la música, lloraba y lloraba, acompañando la atmósfera envolvente, íntima y dolorosa que creaba con sus acordes. Muchas de mis lágrimas salieron por la tremenda historia que estaba escuchando, pero también por la empatía de ver llorar a Sara. Se lo dije luego a la salida y ella seguía muy emocionada. 

Las dos mujeres más cercanas al centro eran Loli y Consuelo (protagonistas de Cara B y Cara A, respectivamente, los dos primeros episodios de la segunda temporada del podcast), no fue difícil deducirlo por sus reacciones ante lo que oíamos. Golpecitos, asentimientos, roces para limpiarse las lágrimas, cuchicheos, algunas sonrisas. Cuánta complicidad había entre ellas. Loli no se esperó la canción que se menciona en el podcast, era una sorpresa para ella. ¡Qué abrazo se dieron al terminar! ¡Qué emocionante! El público aplaudía en pie.

Después de respirar y secarnos las lágrimas, hubo una charla súper interesante que ojalá conformara un extra, pero que entiendo formará parte de la magia de estar allí y solo allí. Fue divertidísima. Sí, ¡divertida! Supongo que todos necesitábamos distender el ambiente y Consuelo fue la que propició ese ambiente (Isabel tuvo que contenerla para que no hiciera spoilers de la Cara A, un episodio que en ese momento aún era inédito). 

Foto de Stefanie Mora

Consuelo se veía una mujer con un carácter muy fuerte y luchadora, y al mismo tiempo llena de fina ironía, sarcasmo y sentido del humor (imagino que algunas de las armas que eligió para superar lo que le pasó); nos contó de las amenazas que sufrió cuando empezó a investigar y a ir por televisiones tras escribir su libro Las desterradas hijas de Eva con denuncias sobre los excesos del Patronato y del miedo que pasaba; de cómo consiguió algunas informaciones (garganta profunda e incautaciones de dudosa legalidad incluidas); de cómo dejó patidifuso a un señor del partido Vox que creía estar informado en un parlamento, «que entró blanco y salió rojo»; y de su pelea (bastante infructuosa hasta el momento) por que esto se supiese y se reparase. Pues ya somos unas cuantas más, y sumando.

Loli se mostró como una mujer dulce pero también fuerte y sabia, que aún luchaba por recuperar la memoria de lo que vivió en esos años. A eso le ayudaba mucho Consuelo con sus investigaciones. Loli tenía muchas ganas de contar y expresarse y lo hizo entre la risa y las lágrimas. Habló del amor a su madre y la distancia entre sus hermanos, de sus días durmiendo en la calle, de anécdotas en el Patronato (contrabando de cigarrillos por caramelos, la convivencia con sus compañeras), de cómo se sentía por aquella vez que las monjas dejaron que se la llevaran en Semana Santa…; que quería que esto se supiese y se pelease porque necesitaba que le pidieran perdón. Amén.

Les fueron haciendo preguntas Isabel y Vanessa Rousselot, y luego también habló una compañera de aquella época, Micaela Ortiz Talamante, superviviente del Patronato que entró muy pequeña en el sistema y quien relató las delicias de la ‘vaca verde’ mencionada por Loli: un mejunje de leche y peppermint que por lo visto estaba buenísimo. También nos habló la periodista Maria Zuil, que había investigado profusamente el tema para un reportaje en El Confidencial y había entrevistado a Consuelo.

Aún habiendo varios libros e investigaciones sobre este tema, hubo un momento muy significativo sobre lo poco que se sabe y lo necesario que es romper silencios. Nos preguntaron cuánta gente nunca había oído hablar del Patronato y casi todo el mundo levantó la mano.

Al terminar, nos pusieron un video de saludo y hermanamiento de una superviviente de las Lavanderías de la Magdalena, Maureen Sullivan, que luchó muchos años en Irlanda por un fenómeno parecido; aunque allí sí se consiguió que hubiera reparación. Existe una película que se basa en los testimonios de cuatro protagonistas de aquello, The Magdalene Sisters

En el patio empedrado de salida pudimos saludar a la luz del sol a Isabel y sus compañeras de (De eso no se habla), y las protagonistas del episodio. Fueron hermosísimas y cercanas.

Fue muy especial ser testigo del primer directo de este podcast maravilloso y necesario. Mil gracias a todas las que lo hicieron posible. ❤️

Foto de Stefanie Mora

Escucha los episodios «Perdidas. Cara A: Consuelo» y «Perdidas. Cara B: Dolores»:

También te puede interesar «Isabel Cadenas Cañón y las formas del silencio», el episodio de Los podcasts que nos formaron en el que Isabel nos cuenta cómo fue su inicio en el audio y cuáles son sus búsquedas creativas.

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