Por Maggie Morett, comunicóloga. A Maggie le interesa el mundo del podcast, el deporte con perspectiva de género y la política internacional. Además, es parte del equipo de Los podcasts que nos formaron e integrante de la Comunidad de Oyentes*

Un día mi playlist de música me dejó de gustar. Empecé a pedir recomendaciones de canciones; aunque el ritmo, la letra y los arreglos musicales de cada género me satisfacían, lo hacían de manera momentánea. Tarde o temprano memorizaba la canción. La letra, el bajo y la guitarra dejaban de ser sorpresa y se convertían en repetición. No importaba si colocaba mi reproductor en aleatorio o si escuchaba las mismas 10 canciones de siempre, estaba cansada.

Buscaba algo que me ayudara a pensar, pero que también compartiera otras ideas y realidades. Quizás esa fue la razón principal por la que me convertí en una oyente de podcast. Siempre estamos conectados al sonido, muchos de los momentos de reflexión los tenemos escuchando una canción, la voz de nuestras ideas o los sonidos de la naturaleza. Necesitaba algo distinto.

Me di cuenta de que el mundo se vuelve más interesante cuando lo percibimos a través del oído. Fue el audio el que me permitió conocer las historias de América Latina y el Caribe, la violencia de género a nivel mundial, los sonidos culturales del Califato, la violencia del narco en México y las situaciones de los migrantes en Estados Unidos.

Me convertí en una adicta al podcast, buscaba cualquier pretexto para escuchar otro episodio. Los canales de audio se convirtieron en una analogía del ritmo que sigo en una canción, mis malos pasos de baile se transformaron en gestos de sorpresa. Cuando escucho un análisis político coloco mi dedo pulgar debajo de mi barbilla y el resto de mi puño en mi labio superior (la gente cree que soy una filósofa en busca de una respuesta). A veces cuando escucho me enojo y la persona más próxima piensa que la estoy juzgando.

La gente piensa que estoy escuchando música y lo que escucho es una ficción sonora, por eso a veces les sorprenden mis reacciones, o que me espante cuando me saludan porque me cortan la narrativa, la historia, los sonidos de una cultura. Recuerdo el día en que escuché el final de Guerra 3, estaba en un centro comercial y nadie entendía por qué me agarraba la cabeza y frotaba mis dedos contra mi sien.

Un día decidí caminar desde el Ángel de la Independencia en el centro de Ciudad de México hasta mi casa solo para escuchar historias. Me quedé sin batería y no pude escuchar nada; miré mi dedo índice y por un momento me imaginé que se perforaba y creaba una entrada de 3,5 mm, conectaba mis audífonos y escuchaba las historias de mi cuerpo. En ese momento entendí la frase de Eduardo Galeano que dice: “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias”.

Yo solo agregaría que también tenemos algo de audio.

Los cinco podcasts que enamoraron a Maggie del medio: 1) Guerra 3, de Podium Podcast; 2) (De eso no se habla), de Isabel Cadenas Cañón; 3) Las Raras Podcast, de Adonde Media; 4) Dolly Parton’s America, de WNYC Studios & OSM Audio; y 5) Radio Ambulante, de Radio Ambulante Estudios. 

¿A ti cuál podcast te conquistó? ¡Cuéntanos aquí!

*Este texto fue publicado originalmente en El cardumen # 5, «Estamos hechos de historias»-

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