Un adiós a mi querida Ximena

Queridos amigos y amigas,

Gracias por estar aquí, acompañándonos en este momento de despedida para Ximena, mi compañera de vida, en su tránsito hacia la eternidad.

Tuve la fortuna de conocer a Ximena hace 45 años en Popayán, mi tierra natal. Desde el primer momento, me envolvió la magia de su arrolladora personalidad, su vitalidad, su desparpajo, su irreverencia y esa manera tan especial de ver la vida, adicionalmente amaba la música y la poesía herencia de sus ancestros.

Nos casamos dos años después y, desde entonces, compartimos muchas alegrías, grandes desafíos y también serios desencuentros, como toda pareja que intenta construir un camino. En esta travesía, mis hijos y yo tuvimos la oportunidad de conocer varias facetas de la personalidad de Ximena.

Durante los primeros años, fue una esposa amorosa, una madre incondicional y una mujer llena de propósitos. Bonita, elegante, con mucho porte y señorío, entregada a su familia sin reservas. Su amor era inmenso y profundo, especialmente por sus padres, Gabriel y Alicia, a quienes nunca dejó de recordar con cariño y devoción a lo largo de los años.

Se convirtió en una sobresaliente chef. Las recetas de las comidas que ofrecía a sus familiares y amistades constituían una delicia para el paladar y se constituyeron en promesas hechas realidad de tardes y noches agradables de gastronomía, música, amena conversación y ratos distendidos. Así mismo, desarrolló una fina capacidad para fabricar delicados accesorios elaborados con piedras y perlas de fácil consecución a los que les insuflaba vida con infinita paciencia, un rasgo que no era propiamente el que más la distinguía, y con los que agasajaba a sus amistades. Y qué decir de la pericia que adquirió para elaborar todo tipo de disfraces y ropa para niños y mascotas. En fin, era una mujer de múltiples y variadas habilidades.

Pero, con el paso del tiempo, la vida le planteó desafíos difíciles de resolver, que fueron dejando hondas huellas en su espíritu. Hubo momentos en que el dolor la envolvió, pero su esencia amorosa nunca desapareció del todo. A pesar de las dificultades, siempre fue una mujer apasionada y con un corazón lleno de amor, aunque a veces el peso de la vida la hiciera replegarse. Inexplicablemente se le extravió el sentido de la vida, decidió encerrarse en sí misma, acumulando en su corazón día a día sentimientos de desesperanza, tristeza, frustración y enojo. Durante mucho tiempo asistimos impotentes a su retroceso y todo lo que intentamos hacer para ayudarla, siempre chocó con un muro de terca obstinación y rechazo.

Hasta que hace siete años y medio llegó a nuestras vidas Chepita, nuestra querida mascota bulldog, un ser que le trajo luz y alegría renovada. Se convirtió en su compañera, su amiga y casi su confidente. Fue tanta la empatía que tuvieron que desarrollaron un lenguaje de gestos y miradas que les permitió comunicarse de tal manera que ninguno de nosotros comprendía ni entendía. La foto que hoy acompaña su féretro es el reflejo fiel de ese amor incondicional.

Ximena Hoyos y Chepita, su amor eterno.
Ximena y su amada Chepita

Pero, como muchas de las cosas buenas que nos suceden en la vida que están destinadas a ser efímeras, Chepita partió tempranamente cuando ninguno lo esperaba y sin que nos diera tiempo a la familia y sobre todo a Ximena de prepararnos para asumir su dolorosa ausencia. Esto fue un golpe demoledor para su agobiado espíritu, sin que el tempestuoso remolino de los acontecimientos diarios nos diera tiempo suficiente para medir la magnitud de la falta de su querida mascota, la que creímos había logrado superar.

Hoy, aunque el dolor de su partida es inmenso, quiero pedirles a todos—su familia, la mía y sobre todo a nuestros hijos—que recordemos siempre a la Ximena que nos hizo reír, que estuvo incondicionalmente para quienes amaba, que tenía una sonrisa franca y una presencia luminosa.

Ximena fue, es y será el amor de mi vida. Quiero creer que en algún momento yo también lo fui para ella. Su huella perdurará en nosotros, en cada recuerdo compartido, en cada risa y en cada gesto de amor que ella nos dejó.

Gracias, Ximena, por tanto que nos diste.

Tuyo,

Óscar Rodrigo

Ximena Hoyos y Óscar Rodrigo Pérez.
Ximena y Óscar Rodrigo

Y como no podría ser de otro modo, comparto con ustedes una canción para Ximena, puesto que la música fue otra de sus grandes pasiones: «Amor eterno», de Rocío Durcal:

Este mensaje fue leído por Óscar Rodrigo en la ceremonia de exequias que se celebró el jueves 20 de marzo de 2025, a la 1:00 pm, en la Parroquia San Juan de Ávila, en Bogotá.
Ximena Hoyos en Montería
«Un adiós a mi querida Ximena», por Óscar Rodrigo Pérez

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5 respuestas a “Un adiós a mi querida Ximena”

  1. Un retrato literario de ese bello ser humano, que conocí y dusfrute en todas sus facetas. Viviras siempre en mi corazón inolvidable MAESTRO HOYOS, como la llamaba cariñosamente

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  2. Vivirá por siempre en los corazones de las personas que tuvimos la suerte de conocerla. Un abrazo lleno de luz a su esposo sus hijos y su flia 🙏🏻

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