Por Óscar Iván Pérez H. Nómada digital, gestor cultural y storyteller. Autor de la newsletter Quietud y Movimiento.
A veces conviene llegar “tarde” a un libro.
En 2019, me metí a un club de conversaciones en inglés en la universidad donde trabajaba. Me interesaba retomar mis estudios de ese idioma y sobre todo reforzar las habilidades para hablar y escuchar. La propuesta de Mark, el profe extranjero que dirigía el club, fue escoger un libro para leer semana a semana y tener tema sobre el cual conversar y debatir. Al grupo le gustó la idea y, luego de un corto proceso de selección, tuvimos un ganador: 21 Lessons for the 21st Century, lanzado apenas un año atrás por el ya mundialmente famoso historiador israelí, Yuval Noah Harari. El libro resultó ideal para lo que queríamos, pues cubría un abanico amplio de temas sugestivos sobre el mundo actual y lo hacía en capítulos relativamente cortos.
Aprovechando la conexión que tenía con el autor y el inglés, a comienzos de 2020 compré Homo Deus. A Brief History of Tomorrow, el libro que Harari había publicado en 2016 y el segundo de la trilogía con que cubría —nada más y nada menos— la historia del pasado, el presente y el futuro. Arranqué emocionadísimo la lectura y, al terminar la primera parte sobre cómo el ser humano conquistó el mundo, llegó la COVID-19 a Colombia y las ganas de leer se perdieron (unos meses después, la pandemia también apagó el motor de mi lectura en inglés, pero esa es otra historia).
Recuerdo que a toda persona conocedora de la obra de Harari a quien le contaba emocionado sobre mis lecturas, me respondía con la misma idea: “El primer libro es el mejor. El segundo y el tercero son repetición”. Parecía que la novedad de las ideas de Harari iba en picada del primer al tercer libro y quienes lo leían en orden salían decepcionados. Es verdad que en las casi doscientas páginas que leí de Homo Deus encontré algunas ideas que ya había visto en 21 Lessons e incluso expuestas con los mismos ejemplos. Algo olía mal.
Hace unos meses, salió la noticia del pronto lanzamiento del nuevo libro de Harari, Nexus, y en mí creció la idea de volver a sus páginas. Pero esta vez no para terminar el segundo libro o volver al tercero —la síntesis de sus ideas—, sino a lo que se decía era su obra maestra: Sapiens. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad (2014). Y no me arrepiento: ha sido la lectura más significativa que he hecho en los últimos años y una que me ha permitido “actualizar” mi forma de pensar, además de regalarme un conocimiento valioso sobre lo que, para bien y para mal, somos como humanidad. Por eso me alegra haber llegado “tarde” a este libro —tarde pero mejor preparado que hace diez años que salió— y me he animado a contarles por qué me parece tan interesante.
Seré muy esquemático en la revisión de Sapiens, porque de lo contrario no podría comentar en un corto espacio un ambicioso libro de más de quinientas páginas. Y tranquilos: mi admiración no impedirá que, al final, critique su propuesta. Como decimos en Colombia, “amor no quita conocimiento”.

Primero lo primero: ¿de qué se trata Sapiens?
El libro cuenta la historia de la humanidad desde la aparición de los primeros Homo hasta el futuro “cercano” —ese mismo que hemos vislumbrado en libros, películas y series de ciencia ficción como Black Mirror—. Harari explora temas como la evolución, la cultura, la religión, la ciencia, la tecnología y la política, y analiza cómo estos han influido en la humanidad.
Sapiens se divide en cuatro partes: I) La revolución cognitiva, II) La revolución agrícola, III) La unificación de la humanidad, y IV) La revolución científica. O sea, tres revoluciones que cambiaron la historia de la humanidad en su conjunto y los factores que hicieron que cada vez nos parezcamos más (abajo explico ésto).
Hasta aquí, suena a un periódico de ayer, a una historia ya contada.
Entonces, ¿por qué tanto alboroto con Sapiens?
A la gente le ha gustado lo que dice y la forma en que lo dice. Detengámonos primero en este último punto.
El enfoque de Harari es novedoso por la conjugación de apuestas intelectuales como:
- Macrohistoria, es decir, la historia que cubre periodos muy amplios. Su libro comienza con el surgimiento del Homo sapiens hace 70.000 años y termina en un futuro próximo que puede ser 2050, 2100 o un poco más allá (aunque, a este ritmo de innovación tecnológica exponencial, puede ser más temprano que tarde).
- Análisis de patrones y procesos. Harari no desarrolla con detalle ningún hecho o personaje histórico. Con la lectura de sus libros no saldremos expertos en la minucia de la Conquista de América ni la vida y “obra” de Hernán Cortés, pero sí sabremos cómo este proceso histórico y personaje cambiaron el mundo de entonces. En muchos sentidos, Sapiens es una teoría de la historia de la humanidad, no un libro de hechos históricos.
- Perspectiva global. Sapiens no solo cubre el pasado, el presente y el futuro, sino que lo hace para los cinco continentes. En sus ejemplos, Harari habla de la migración original del ser humano en África, la extinción masiva de especies en Oceanía cuando llegó la humanidad, las primeras civilizaciones en Oriente Medio, la esclavitud en las Américas, y el imperialismo europeo. Así, Sapiens es una panorámica fascinante de la evolución de la humanidad.
- Interconexión de disciplinas. Harari rompe con la hiperespecialización de la ciencia moderna al combinar en una sola obra conocimientos de historia, biología, antropología, economía, política y filosofía —entre otras disciplinas—. Él solo hace lo que la ciencia moderna nos tiene acostumbrados a que hagan muchos especialistas de diversas áreas. En ese sentido, su libro enciclopédico y generalista nos recuerda con nostalgia la obra de pensadores totales de antaño, como John Stuart Mill, Karl Marx y Alexander von Humboldt.
- Narrativa atrapante. Harari utiliza un lenguaje claro y atractivo para hacer que la historia sea accesible a un público amplio, sin sacrificar la profundidad y la complejidad de los temas abordados. En este sentido, Sapiens es un libro de divulgación científica y puede ser usado en cursos de historia universal de colegios y universidades.
- Tesis sugestivas y provocadoras. A este punto le vamos a dedicar una sección completa.
¿Qué plantea Harari en Sapiens?
A continuación, expondré las cinco tesis que me parecieron más interesantes y que, en cierto sentido, agrupan una cantidad importante de páginas e incluso capítulos de Sapiens.
1. Creer en mitos comunes ha permitido a Homo sapiens cooperar a gran escala y dominar el mundo. “La capacidad de hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los sapiens”, dice Harari. Las “ficciones” son esas ideas y cosas que existen en los relatos que la gente inventa y se cuenta entre sí. Las ficciones no sólo estuvieron presentes en el inicio de las sociedades humanas con hadas y unicornios, dioses y castigos, sino también en el mundo actual, aunque con vestiduras diferentes; nuestras creaciones colectivas ahora hablan de nación, empresa, género, constitución política y derechos humanos, por ejemplo. “Pero la ficción nos ha permitido no solo imaginar cosas, sino hacerlo colectivamente —continúa Harari— (…) Dichos mitos confieren a los sapiens la capacidad sin precedentes de cooperar flexiblemente en gran número. Las hormigas y las abejas también pueden trabajar juntas en gran número, pero lo hacen de una manera muy rígida y solo con parientes cercanos (…) Los sapiens pueden cooperar de maneras extremadamente flexibles con un número incontable de extraños. Esta es la razón por la que los sapiens dominan el mundo, mientras que las hormigas se comen nuestras sobras y los chimpancés están encerrados en zoológicos y laboratorios de investigación” (ver en especial capítulo 2).
2. La revolución agrícola fue el mayor fraude de la historia. “Durante 2,5 millones de años, los humanos se alimentaron recolectando plantas y cazando animales que vivían y se reproducían sin su intervención”. “Todo esto cambió hace unos 10.000 años, cuando los sapiens empezaron a dedicar casi todo su tiempo y esfuerzo a manipular la vida de unas pocas especies de animales y plantas”. Sin que fueran del todo consciente, y luego de un largo periodo de transición, el nómada cazador-recolector desapareció y dio paso al agricultor sedentario que cree haber domesticado el trigo, el arroz, las papas, las vacas y las gallinas (aunque en realidad es lo contrario). ¿Por qué éste es “el mayor fraude de la historia”? Porque, aunque la revolución agrícola amplió la suma total de alimentos a disposición de la humanidad, “el alimento adicional no se tradujo en una dieta mejor o en más ratos de ocio, sino en explosiones demográficas y élites consentidas”. Con la revolución agrícola, el campesino medio tuvo peor calidad de vida que el cazador-recolector medio. A veces, lo que conviene a la sociedad, perjudica al individuo (ver en especial el capítulo 5).
3. La unificación de la humanidad. Desde hace tres milenios, la dirección general de la historia ha sido la de reducir el número de mundos humanos separados que coexisten en cualquier momento dado. Por “mundo humano separado” Harari se refiere a culturas no contaminadas por otras ubicadas en territorios remotos, como las de los mundos mesoamericanos, andinos y australianos antes de los “descubrimientos” de América y de Oceanía a partir de 1492. Según Sapiens, la historia se dirige hacia “la unidad potencial de la humanidad”, debido a tres órdenes que se retroalimentan entre sí: el monetario, el imperial y el religioso. Por ejemplo, la Sudamérica de hoy se parece mucho más a Europa que a sus culturas originarias, porque —simplificando el argumento— fue modelada a imagen y semejanza de aquella por el dinero, la espada y la cruz (ver en especial el capítulo 9).
4. En el mundo moderno proliferan religiones sin dioses como el liberalismo, el comunismo, el capitalismo, el nacionalismo y el nazismo. Las religiones —ateas o teístas— son “un sistema de normas y valores humanos que se basan en la creencia de un orden sobrehumano”, es decir, un orden que es el resultado de fenómenos sociales que trascienden al individuo. Una de las religiones más difundidas es la humanista. “El humanismo es la creencia de que Homo sapiens tiene una naturaleza única y sagrada, que es fundamentalmente diferente de la naturaleza de todos los demás animales y de todos los demás fenómenos (…) El bien supremo es el bien de Homo sapiens. El resto del mundo y todos los demás seres existen únicamente para el beneficio de esta especie”. La creencia en la religión humanista es una de las causas del desastre climático en el que nos encontramos, ya que al izar la bandera del progreso material de la humanidad —aunque no de toda la humanidad—, los sapiens han destruido a los animales y la naturaleza (ver en especial el capítulo 12).
5. El final de Homo sapiens, el comienzo de Homo deus. En los albores del siglo XXI, el ser humano ha empezado a quebrar las leyes de la selección natural que lo convirtieron en lo que es y las ha sustituido por las leyes del diseño inteligente, unas leyes con las que, como si fuera un dios, quiere crear y modificar la vida. Esta sustitución de leyes está ocurriendo de tres maneras diferentes: 1) la ingeniería biológica (o la intervención humana deliberada a nivel biológico), 2) la ingeniería de cíborgs (o seres que combinan partes orgánicas e inorgánicas) y 3) la ingeniería de vida inorgánica (o creación de seres que no están basados en la biología orgánica, como la Inteligencia Artificial). De repente, la ciencia ficción de antaño se volvió nuestra realidad de hoy y nos encontramos habitando los universos imaginados por películas como Gattaca (1997), RoboCop (1987) y 2001: Una odisea del espacio (1968) (ver en especial el capítulo 20).

Los peligros de intentar ser un dios
Confieso que la fascinación por la obra de Harari se revivió desde la lectura de las primeras páginas y se fue fortaleciendo con cada nuevo capítulo. Sapiens me ayudaba a armar el rompecabezas de la historia de la humanidad que estaba incompleto y desordenado en mi cabeza. Por eso, sentía especial interés por leer la cuarta parte del libro, “La revolución industrial”, pues abordaba algunos de los temas y teorías que yo mejor conocía, gracias a mi formación y experiencia profesional en economía y desarrollo.
Pero me desinfló bastante el capítulo 16, “El credo capitalista”. Allí encontré a un Harari incómodo en la explicación del crecimiento económico moderno, el cual atribuye al crédito en vez de a la innovación en los sistemas de producción y las instituciones pro mercado de Europa, así como a un Harari facilista que recurre a ejemplos hipotéticos para explicar hechos históricos cruciales como la caída de España y el ascenso de los Países Bajos en la economía internacional del siglo XVII.
También me parecieron extrañas las reiteradas alusiones que hizo a la Riqueza de las naciones, el libro fundacional de la economía moderna publicado en 1776 por Adam Smith, y que lo hiciera de forma imprecisa y discutible. Harari cita muy pocos autores y libros en el cuerpo de Sapiens, así que no me parecía normal que recurriera tanto a Smith. ¿Acaso no leyó a los otros padres de la economía como David Ricardo y Thomas Malthus? Harari también arroja ideas “raras” en el capítulo; dice, por ejemplo, que “el capitalismo empezó como una teoría acerca de cómo funciona la economía” y no como un proceso histórico que se forjó a sangre y fuego en las entrañas de la sociedad feudal, como lo explicó Marx en El capital, y plantea que la reinversión de beneficios es una máxima ética que el capitalista cumple obedientemente en vez de una conducta motivada por la oportunidad de ganancia que a veces ofrece el mercado (en Smith ya está presente el análisis del estancamiento económico y la no inversión). En general, me pareció que su análisis del surgimiento y consolidación del capitalismo se hizo de forma ahistórica —un pecado mortal para un historiador— y sin los referentes a los que nos tenía acostumbrados.
En los siguientes capítulos podría criticar la falta de referencia a la segunda, tercera y cuarta revolución industrial y el énfasis desmesurado en el crecimiento económico cuando llevamos al menos siete décadas obsesionados con distintos paradigmas del desarrollo, la “evolución” del crecimiento, pero creo que la idea ya está clara: encontré unas fisuras en la parte más económica del libro —la que mejor conozco yo— que me sacaron del encantamiento en el que estaba y me crearon una duda mortal: ¿un biólogo encontrará fisuras importantes en la parte I, un arqueólogo en la parte II y un politólogo en la parte III? Por las reseñas que he leído, eso es precisamente lo que ocurre. Así, Sapiens es una fascinante panorámica histórica que se pixela al hacerle zoom. Es mejor mirarla con distancia, no con lupa. Ese es el precio que Harari paga por intentar hablar de todos los temas en todos los tiempos. Al fin y al cabo, es un Homo sapiens, como tú y yo, y no un Homo deus, como el ser humano del mañana.
En todo caso, confirmar que Harari es un sapiens no es una de las lecciones más importantes que he aprendido del libro ni tampoco hace que su obra deje de ser una lectura obligatoria para quienes queremos entender de dónde venimos y para dónde vamos como humanidad.
En todo caso, confirmar que Harari es un sapiens no es una de las lecciones más importantes que he aprendido del libro ni tampoco hace que su obra deje de ser una lectura obligatoria para quienes queremos entender de dónde venimos y para dónde vamos como humanidad. Pero sí deja una pregunta incómoda en el aire: ¿Nexus, su nuevo libro, será una obra maestra como Sapiens o un reencauche de ideas como Homo Deus y 21 Lessons? En una semana lo sabremos.

Este texto fue publicado originalmente en la newsletter Quietud y Movimiento. Explora sus publicaciones haciendo clic aquí.
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