“Es posible iniciar un nuevo camino, un oficio más, a los 60 años.”

Por Peces fuera del agua

Jorge Alejandro Medellín es una figura multifacética y otro ejemplo viviente de las ventajas de ser un pez fuera del agua. Nacido en Bogotá en 1963, bajo el agua recibió el título de economista de la Universidad Externado de Colombia, pero ha ejercido en otras aguas como educador, poeta y compositor.

Desde su infancia en el Claustro Moderno, donde su educación abarcó desde la literatura hasta la música, Medellín ha dejado una huella en cada campo que ha tocado.

Con varios libros sobre poesía y discos en su haber, su enfoque interdisciplinar lo ha convertido en alguien cuyo trabajo trasciende las barreras convencionales.

En esta entrevista, exploramos no solo su notable trayectoria multidisciplinar, sino también la singularidad de su enfoque y visión.

1. A lo largo de su carrera, usted ha abarcado roles que van desde la educación hasta la creación artística. ¿Cómo cree que su formación y experiencia en economía han influido en su enfoque hacia la literatura o la música?

Es algo que me preguntan y me pregunto con frecuencia, pero francamente no tengo una respuesta clara. Quizás el método y la aproximación cuidadosa a cada tema o proyecto que desarrollo así como las ganas de ahondar todo lo que sea posible en ellos, sea una herencia de la carrera, aunque sospecho que se trata más de una rasgo de mi personalidad.

De hecho, estudié economía más desde la posibilidad de no separarme mentalmente de las matemáticas y las ciencias sociales, cuya cercanía me resultaban gratas en el colegio, pero descuidé la conexión fundamental con el alma, que en mi caso me ha vinculado a las artes y la cultura como herramientas esenciales de mi expresión como ser humano.

2. Fue rector del colegio Claustro Moderno y llevó a cabo la actualización del Proyecto Educativo Institucional que obtuvo reconocimiento nacional. ¿Qué desafíos enfrentó al implementar cambios innovadores?

Al principio una resistencia normal del cuerpo docente —puesto que yo estaba muy joven—, pero después una dinámica combinación entre prevención y curiosidad por parte de la comunidad educativa extendida a las familias y las autoridades locales, basada en el hecho de que desconfío del diseño tradicional de una escuela apoyada en áreas, grados, programas, textos y tareas, porque privilegian la formación de personas que aprenden a seguir instrucciones sin tener tiempo ni necesidad de descubrir o definir sus necesidades, talentos y particularidades.

La educación sigue privilegiando la formación de la mente, descuidando el cuerpo y el alma. Por eso tiende a sentar a las nuevas generaciones durante 15 o 18 años para escuchar primero y repetir después lo que las viejas generaciones desean que repitan. Por fortuna la tecnología ha llegado para transformar la relaciones entre las personas y las generaciones y por primera vez los adultos tenemos la oportunidad ya no de ser transmisores autoritarios de la información, sino de convertirnos en guías y acompañantes de recorridos vitales transmitidos desde el corazón. 

3. «La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio», afirmó Nietzsche en 1877 en una carta a un amigo. En sus obra y vida, ¿cómo concibe la contribución de la música en su proceso creativo?

Ante todo, la música es una manera de encontrar y seguir un pulso, un ritmo. En mi caso, un ritmo vital. En mi poesía, por ejemplo, el ritmo marca siempre la pauta. Y en las obra de arte también. De alguna manera, las palabras y las imágenes no están, sino que van y mi trabajo creativo consiste, en consecuencia, en registrar el momento, el compás, el instante. La selección de palabras, de silencios, de imágenes y colores es ante todo un trabajo musical.

Por su parte, las composiciones, siguen un patrón inusual, porque parten de un recorrido armónico que marca la pauta para el desarrollo de una línea melódica y ésta, a su vez, suele indicar sobre qué debe ser la letra (cuando la hay). Este recorrido no es teórico, sino intuitivo.  Tiene pautas del lenguaje universal de la música, de manera que otros músicos puedan comprender e interpretar las partituras, pero mi ejercicio de composición consiste básicamente en escucharse a sí mismo con los ojos cerrados.

4. Con obras como el Diccionario de Colombia (Ed. Norma, 2005) que escribió junto a su esposa la magistrada de la Corte Constitucional, Diana Fajardo, ha contribuido al patrimonio cultural del país. ¿Qué significa para usted ser un vehículo para la cultura?

Significa una manera de servir como puente o vínculo entre muchas personas. Compilar mucha información, ordenarla y compartirla es muy satisfactorio, especialmente para reforzar el sentido de pertenencia y la identidad con las culturas locales y nacionales. Está muy bien pretender la formación de ciudadanos universales, especialmente en tiempos tan tecnologizados, pero esto solo puede hacerse cuando se reconoce un origen o un punto de vista desde el cual se observe el mundo. De lo contrario, estaremos simplemente formando personas que se pierden en unanimismos culturales, políticos o ideológicos, dictados por los gustos masivos deformados ahora por las redes sociales.

El Diccionario de Colombia se hizo hace ya casi 20 años, precisamente con el propósito de visibilizar las riquezas humanas, naturales, sociales y culturales de Colombia, en momentos en los cuales muchas familias estaban pensando en abandonar el país para siempre. No sabemos si ese propósito se cumplió en algún caso, pero quedó un testimonio ordenado y coherente de nuestra inmensa diversidad.

5. En el Museo del Chicó se encuentra su incursión como artista plástico en la exposición: Advertir lo no percibido en compañía de Esteban Eljaiek. ¿Cuál es la razón para pasar de las letras a los sonidos y ahora a las imágenes?

La intención no es pasar de una a otra, sino combinarlas. Por eso las obras que están expuestas provienen casi todas de poemas de mi último libro Poemas perdonados (Ed. Letra Minúscula, 2023). Con este trabajo artístico siento que se completa un círculo de creación en el cual la palabra, el sonido y la imagen parten de la misma fuente de expresión. Por decirlo de otra manera, lo que siento internamente en el proceso de creación es muy similar, con independencia del resultado.                                                        .             

La gran novedad para mí —reforzada por numerosos comentarios recibidos— radica en mostrar un poema escrito y un poema visual al mismo tiempo y de manera conectada. Cada obra está formada por una imagen y un poema. Son indivisibles y ambas se entregan físicamente para que sigan vinculados donde sea que se encuentren.

Advertir lo no percibido. Del 2 al 26 de mayo de 2024 en el Museo del Chicó. Bogotá.

6. A los 60 años para muchas personas que dentro del agua han ejercido una profesión llega la etapa de jubilación y deben lidiar con semanas y semanas de nuevas cotidianidades y mucho tiempo libre. Con su exposición se acaba de autograduar como artista plástico…  Como pez totalmente fuera del agua, ¿cuáles son sus aspiraciones para el presente y futuro?

Esa es una de las mayores satisfacciones asociadas a esta primera exposición: demostrarme a mí mismo que es posible iniciar un nuevo camino, un oficio más, a los 60 años. Y con ello, dejar un testimonio de motivación y renovación para mis hijos y mis alumnos. Definitivamente la edad es una ficción que sólo está en la mente y en el cuerpo. Pero si coincidimos en que el alma es eterna, entonces cualquier momento es indicado para su propia y plena manifestación.

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