Seis, tus trece vidas y tu viaje estelar

En el camino encontramos una herradura, y entonces supimos que habíamos tenido suerte de encontrarnos. Seis, como lo nombré, iba a ser un gato de la suerte, el mensajero de Habana, y quien viviría, además de sus siete vidas, las otras seis que Habana le había heredado. Continúa leyendo Seis, tus trece vidas y tu viaje estelar

Partir

Temblar de frío. Perder por completo el apetito. Sentir inapetencia a las bebidas. Evidenciar la incapacidad para ver, oír y sentir contacto. Llevar un latido cardíaco cada vez más lento. Respirar con dificultad. Tener desaliento. Cargar con la depresión. Estar ansioso. Fatigarse en extremo. Confundirse mentalmente. Continúa leyendo Partir

El «Efecto Bogotá»

Bogotá me enseñó a estar conmigo. Y esto puede ser una abstracción muy absurda, pero aprendí a distraerme sin dejar de usar mis cinco sentidos, todos puestos en la calle. Yo podía ir pensando en San Felipe y en lo lindo que sería haberle visto la pupila dilatada, mientras miraba con mis ojos miopes el asfalto levantado. Por María Alejandra Acosta. Continúa leyendo El «Efecto Bogotá»

Epimenio y yo

Boyacense, responsable, serio, ermitaño, lector, pensativo, fiel, respetuoso, calmado y melancólico. Contrajo nupcias a los 44 años con mi madre que tenía 28 y quien estuvo a punto de rechazarlo, pues un vecino chismoso le dijo que era casado con una gordita que tenía 5 hijos, gordita que era su hermana e hijos que eran mis primos, con quienes crecimos mi hermana y yo. Continúa leyendo Epimenio y yo

Los nombres con que te nombro

Desde que lo empecé a leer tuve la sensación de estar en un lugar que no había visitado antes. El lugar del miedo. Y del amor miedoso. De morir, de ser descubierto, de ser encontrado, de ser desaparecido. En él, el uruguayo narraba una serie de historias de las dictaduras del Cono Sur en las que amigos y conocidos suyos sobrevivían (o no) gracias (o a pesar) del amor. Continúa leyendo Los nombres con que te nombro