Lo que las redes sociales nos roban

Hace unos meses escuché que la vida era el tiempo a lo que uno le dedicaba atención. Así que decidí empezar a revisar con más cuidado a qué estaba dedicando la mía. De manera rutinaria me había acostumbrado a presionar CTRL + T, abrir una nueva ventana en el explorador, presionar la tecla F y en seguida Enter. Como los computadores son inteligentes, el mío ya sabía que eso significaba que quería abrir Facebook.

Esa rutina, tic, manía, vicio, se repetía no sé cuántas veces por día, de manera automática, no era ni siquiera un acto consciente sino más como un reflejo. Al igual que, digamos, prender un cigarrillo, siempre tenía excusas para hacerlo: antes de empezar una nueva tarea, después de terminar una, en la mitad de la tarea, antes de salir a almorzar, al llegar de almorzar, antes de dormir, porque sí, porque no… etc.

No simplemente en el computador, sino también en el teléfono, sólo que con otra combinación de comandos. El resultado, el mismo: 5, 10, 15, 20, 30, 45 minutos de bajar, bajar y bajar una pantalla bajo la falsa impresión de estar al tanto de las noticias por leer los titulares del día o de cercanía con mis conocidos porque veía fotos de sus últimas actividades, mientras hacía conjeturas de lo que pensaban a partir de los likes que habían dado y que Facebook me decidía mostrar. Ilusión, pues la imagen que yo mismo proyectaba en esa red no siempre coincidía con la realidad así que por qué sería diferente con los demás.

El ejercicio era más repetitivo y el acumulado de tiempo que pasaba en las redes sociales, mayor. Chismoseando, imaginando, inventando como el personaje del fotógrafo en la película La Ventana Indiscreta, de Hitchcok. Por esa razón, hace ya 6 meses decidí tomar medidas drásticas. Bloqueé el acceso a Facebook desde mi computador (stayfocused) y borré la aplicación en mi teléfono. No borré la cuenta por las siguientes razones: aún soy uno de los administradores de la página de la empresa en la que trabajo, no quería dejar de tener acceso a Messenger pues hay personas con las que me comunico por ese medio y la tercera, todavía no lo puedo definir pero seguramente se relaciona más con narcisismo que con cualquier otra cosa. Hace unos días, por mi cumpleaños, me mostraron mi muro para ver qué habían escrito y me encontré con mensajes que me emocionaron, reafirmando lo de la vanidad.

No solamente me alejé de Facebook, también lo hice de Instagram. Parte de ese tiempo para ser honesto lo copé con Twitter donde casi no sigo gente que conozca en la vida real para evitarme esa ilusión de cercanía y procuro seguir cuentas en donde el porcentaje de titulares que abro sea más alto que los que simplemente ojeo. Esta decisión no me hace mejor persona, ni mis acciones o sentimientos son únicos, pero si alguien me preguntara si es mejor adentro o afuera de la red, me quedo con afuera (¡pez fuera de la red!).

Con el tiempo que recuperé, decidí invertir en interacciones más valiosas, por lo menos para mí. Escribir correos a mis amigos cercanos para saber de sus vidas y contarles de la mía. Tomar más fotos. Ver películas (un par de recomendaciones: La Doncella y A la Caza de los Ñumanos). Cocinar más (¡pasta hecha en casa, toma 1 y toma 2!). Tomar cursos en línea (Mi primer ensayo). ¡En jugar!

Mi correo siempre será el mismo, por lo menos hasta que gmail exista: leeooh.lopez, ahí siempre me pueden encontrar. Siempre habrá personas con las que voy a querer volver a sentarme a hablar y con ellas me mantendré en contacto sin importar cómo, es lo mínimo que siento debería hacer con mis amigos. Con los que no, pues por alguna razón deja uno de estar en contacto y seguramente en el momento que nuestros caminos coincidan será más sorpresivo saber de sus vidas sin tener someras impresiones o falsas conclusiones a partir de sus fotos en la red.

No deja de ser paradójico que esto sea publicado en Facebook, que la mayor fuente de tráfico de este blog sea Facebook y que puede que usted esté leyendo esto tras haber dado click en un link de Facebook.

Pdta. A los que escribieron en mi muro de facebook por mi cumpleaños, ¡muchas gracias!  

Coincidencialmente, mientras editaba este escrito (28/1/2018) descubrí un par de artículos más que se publicaron al respecto:

https://www.elespectador.com/opinion/desconectate-desconectame-columna-735708

http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/que-hacer-con-los-jovenes-en-facebook/554923

Estos links tienen información interesante con respecto al tema, más elaborada y con algo de soporte científico:

https://www.npr.org/2018/01/01/574073721/our-mental-space-under-attack

https://www.youtube.com/watch?v=3E7hkPZ-HTk

https://hbr.org/2012/06/what-captures-your-attention-c

3 respuestas a “Lo que las redes sociales nos roban”

  1. interesante perspectiva q muestra la condición humana, aquella que nos condiciona a trends, subcultura e ideologías; sorprendentemente este articulo me hace pensar en «la conciencia colectiva» y me pregunto de donde venimos y para donde vamos? Parece, que todavía estamos en ese proceso de encubacion donde permanecemos contemplando: vanidad, nivel social y quien es mejor o intelectualmente superior; verdaderamente! el despertar a la realidad, espero que no sea traumático y doloroso para esta sociedad global, seguimos valorando lo que no tiene sentido y con los ojos cerrados a una realidad común: SOBREVIVENCIA a unas políticas de poder, destrucción, control y capitalismo; pero seguimos consumiendo inconscientes de lo que consumimos, quizás contribuyendo a la destrucción de nuestro planeta, soportando un capitalismo destructivo e inclemente… porque no pensamos y gastamos nuestra energía en algo mas sustancial, como que yo, tu, el, ella, nosotros podemos empezar ha hacer para parar la destrucción que parece insignificante ante un FB, twitter, cellular…. INCREIBLE! VERDAD?

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